Un viaje de verano entre naturaleza salvaje y pueblos escondidos de la costa portuguesa, me llevaron a perderme entre sus calles, donde asombrado pude descubrir entre multitud de pequeñas galerías y estudios las maravillas de su arte. Obras sencillas y a la vez llenas de belleza y dinamismo me mostraron un oficio completamente desconocido hasta el momento para mí: la escultura.
Fue su sencillez y el vínculo con la tierra lo que me remontó a momentos de mi infancia donde la conexión con la naturaleza me hacía sentir plenamente en calma.
Viendo sus obras entendí cómo era posible dar vida a un proyecto que cumpliese fielmente con el dictado de mi corazón, un trabajo puramente artesano ligado a mi pasión por la naturaleza; “manos y corazón al servicio del arte”.
De este modo LA ROCA DE NACHO surgió de ese deseo de trasladar la esencia de la naturaleza a la escultura, siempre abrazando el sentir de la MÍNIMA INTERVENCIÓN EN LA MATERIA.
Para ello, desde los inicios selecciono entre cientos de rocas con formas, tamaños y vetas diferentes, aquellas piezas que me permiten crear esculturas con vida propia. Se trata de un trabajo puramente artesano cuyo resultado son obras únicas con personalidad, capaces de llenar de vida diferentes rincones de nuestros hogares y jardines.
Es en cada creación donde me permito expresar ese vínculo entre mi pasión por la montaña y mi necesidad de dar vida con las manos, redefiniendo así para mí la idea de lo que es el arte: “sencillez y movimiento al servicio del corazón”
